jueves, 18 de febrero de 2010

INTERNET

ÉTICA PARA INTERNET

LA INTERNÉTICA

¿Cómo comportarnos de forma humana y civilizada en el uso de Internet? Es la denominada “cuestión ética” suscitada por este maravilloso y fascinante medio de comunicación llamado Internet. ¿Siguen siendo válidos los principios de la ética tradicional de la información? ¿Dónde están las novedades y cuales han de ser los criterios referenciales para considerar que tal o cual forma de conducta en el uso de Internet es buena o mala? Estas y otras cuestiones están sobre la mesa de los expertos. Mi punto de vista sobre “la cuestión ética” en Internet quedará reflejado de forma breve y esquemática en las páginas que siguen.

1. INTERNET E INTERNÉTICA

Internet, como es sabido, es una red de ordenadores comunicados unos con otros para intercambiar mensajes y compartir información. Cuando esa organización comunitaria de ordenadores tiene lugar entre un sector reducido empresarial, se habla simplemente de Internet o pequeña red de ordenadores en mancomunidad. Internet, en cambio, se refiere a la red de redes, es decir, a la gran mancomunidad de ordenadores a escala mundial. Una internet o inter-red son varias o muchas redes conectadas para intercambiar mensajes entre sí y compartir información. Internet, por tanto, es el macromundo de las inter-redes, que incluye los ordenadores conectados en redes, redes conectadas en inter-redes e inter-redes conectadas a inter-redes más amplias. Es una verdadera maraña de ordenadores conectados entre sí. Por ser Internet una inter-red no es necesario que cada ordenador esté directamente conectado al resto de los ordenadores. Esto significa que cualquier ordenador de Internet se puede comunicar con cualquiera otro, pero el mensaje alcanza su destino viajando a través de varios ordenadores. En Internet los mensajes informativos a veces no viajan directamente de un punto a otro del ciberespacio, sino que tienen que hacer conexiones con otras compañías. Algo así como cuando para viajar de una ciudad a otra tenemos que hacer trasbordos y enlazar con otros medios de transporte para llegar felizmente a nuestro destino.
La Internet es una red de redes de ordenadores esparcidos por todo el mundo que pueden compartir mensajes e informaciones de todo tipo. Con otras palabras, se trata de la informática centrada en la Red de tal forma que un ordenador personal sencillo se une a otro ordenador que actúa como servidor, o directamente a la red de Internet, para conectarse al exterior e intercambiar cualquier tipo de información documental u oral. En principio, cada ordenador de la red es controlado por su propietario. Pero de momento se tiene la impresión de que gran parte de la red está administrativamente bajo control norteamericano.
El término internética lo acuñé yo mismo en 1997 en Studium 37 (1997/2) 181-204. Al poco tiempo apareció internethics. En el 2005 apareció en Internet con diversos significados referidos siempre al manejo de Internet como una herramienta multiuso para la vida actual. Internética puede referirse, por ejemplo, a las cuestiones relativas al proveedor o servidor de Internet. O a la capacidad de influir sobre la Red en la que se navega promoviendo la participación y el uso responsable de las nuevas tecnologías de la comunicación digital. Se dice también que la internética está llamada a convertirse en una fascinante disciplina relacionada directamente con Internet con el riesgo de dar cabida a la mentira como en cualquiera otro medio de comunicación. Se habla de antología internética y de gente internética. En el primer caso se refiere a la selección de mensajes que alguien retransmite por la Red. En el segundo, a la gente de la que se habla en la Red por orden alfabético o por razón de su popularidad. Se habla también de “comunidad internética” para designar a un determinado grupo de profesionales de Internet los cuales son eventualmente distinguidos socialmente por su competencia. Y, cómo no, se habla de la “censura internética”. ¿Debe o no haber censura previa en Internet? ¿Con qué criterios? Es el mismo problema de la censura tradicional y la libertad de expresión, aplicado ahora al uso de Internet y su control administrativo.
Como es obvio, todos estos usos semánticos del neologismo “internética” hacen referencia a los principios éticos y morales que han de servir de guía en la administración y uso de la Red. Por ello en el presente trabajo mantengo el significado original que yo atribuí al término al acuñarlo en 1997 para referirme al uso racional y humanamente aceptable de este nuevo y fascinante medio de comunicación llamado “la Red” o simplemente “Internet”.
Llamo, pues, internética, ética en Internet o ética on-line, a lo que constituye un capítulo fascinante de la ética informativa digitalizada. O sea, de la ética aplicada a la comunicación vía Internet y el uso del correo electrónico. Mi intención en estas páginas es crear conciencia de responsabilidad en el uso de los multimedia concentrados en la pantalla del ordenador. Para ello me parece oportuno empezar recordando los motivos de preocupación reflejados en la prensa diaria durante la primera época de expansión de este nuevo y fascinante medio de comunicación.

2. PRIMEROS TEMORES Y SOBRESALTOS ÉTICOS

En el mundo actual los medios de comunicación social suelen ser los pioneros en mentalizar al gran público sobre los problemas éticos que se plantean en el ámbito de la comunicación y de la ciencia. Tratándose de Internet, la prensa no ha hurtado a la opinión pública el conocimiento de esos problemas, lo cual es de agradecer. Es verdad que a veces esa información se lleva a cabo de forma cínica o hipócrita. Pero el hecho es que la prensa es sensible a estos problemas y el gran público toma conciencia de ellos a través de sus informaciones diarias. Como prueba de ello ofrecemos a continuación una muestra a título informativo. Luego trataremos de marcar pautas para el estudio sistemático y racional de esos problemas.
Ya en sus primeros saltos en el mercado mundial la Red dio cabida a todo: desde la última ocurrencia de un insomne hasta la apología del terrorismo, pasando por el intercambio científico y la divulgación de secretos militares. Por lo mismo, algunos pidieron una disciplina jurídica que ponga en su sitio a Internet como medio de comunicación de acuerdo con la razonable y necesaria libertad de expresión y el respeto al resto de los derechos fundamentales del hombre. El problema ético de fondo de este planteamiento es que la libertad de expresión tiene unos límites razonables que no pueden ser conculcados con el uso indiscriminado e irresponsable de Internet. Algunos no dudaron en preguntarse abiertamente si realmente Internet es un bien o una maldición. La respuesta no se dejó esperar: cualquier cosa menos indiferente. Se trata de una novedad tecnológica que asusta a unos, entusiasma a otros y margina a muchos. La Internet fue asociada por algunos a una idea utópica de libertad de expresión. Otros, por el contrario, pensaban que nos encontramos ante un medio nuevo de comunicación que ha de ser utilizado con más prudencia que otros, si cabe, por los peligros y ventajas que lleva consigo.
En el mismo sentido se habló de Internet como de una ilusión y dos amenazas al mismo tiempo. Como ilusión se habló, por ejemplo, de la «democracia electrónica» potencial. Llegará el día en que los ciudadanos podrán votar sus decisiones políticas en su computadora evitando la influencia de los grupos de presión contrarios. Pero esta posibilidad lleva anejo el peligro del llamado «linchamiento electrónico» y restauración del principio de la pasión. Cada uno podrá votar de acuerdo con su estado pasional, lo que podría degenerar en el «cibercretinismo». La inmediatez de acción que ofrece Internet pondría en peligro el deseable triunfo de la razón sobre las pasiones.
Además de esta peligrosa ilusión habría que tener en cuenta las dos amenazas siguientes. La primera consiste en que Internet se presenta como una tentación irresistible para los mastodontes de la comunicación de crear el monopolio absoluto de las redes. El futuro económico que ofrece la Red es impresionante y el dinero podría convertirse en el factor decisivo del uso y abuso de la misma. De hecho, la lucha por la competencia en el sector se desató inmediatamente. Como consecuencia de la lucha de intereses y de los supermonopolios surge la otra gran amenaza. Consiste en la creación de nuevas desigualdades entre ricos usuarios y pobres manipulados. La Internet podría contribuir a agrandar más las diferencias sociales clásicas entre ricos y pobres a escala planetaria. Es el mismo problema de fondo denunciado más recientemente con la expresión “brecha digital”.
Otra preocupación inicial surgió en relación con los accidentes específicos de Internet. Por ejemplo, el espionaje y la inseguridad de los datos. Los ladrones y maleantes tienen el terreno abonado. Por la Red andan los nazis, terroristas y pornógrafos como por su casa. Desde el primer momento el tráfico pornográfico se convirtió en uno de los mayores negocios que se explotan en Internet y la prostitución ha acotado ya sus calles. Algunas prostitutas encontraron pronto incluso la muerte vía Internet. Por su parte las bandas terroristas se engancharon apresuradamente a la Red como a un clavo de salvación. La violencia y la criminalidad encontraron así en la Red su arma de acción más eficaz y favorita.
El semanario Tiempo se apresuró a publicar un reportaje según el cual por las pistas de Internet circulaba toda suerte de basura humana: desde la pornografía infantil hasta la fabricación de bombas, pasando por las actuaciones de grupos terroristas y sectas religiosas más temibles. Las imágenes pornográficas, la propaganda del terror, el tráfico de adopción de niños, las redes de pedofilia y prostitución, así como la fabricación de bombas, estaban ya al alcance de cualquiera mediante la Red. Algunos expertos en defensa nacional e internacional advirtieron de que a Internet tienen acceso tanto los gobiernos, los ejércitos, como los particulares interesados en resolver conflictos o promover el entendimiento entre los pueblos. Pero también los grupos revolucionarios o terroristas más temibles. En octubre de 1996 el tráfico de pornografía y prostitución infantil vía Internet fue motivo de preocupación mundial disparándose las diversas opiniones sobre la forma de atajar legalmente el acceso indiscriminado e irresponsable a la Red.
Un informe policial de la primera época distinguía ya cuatro grandes áreas de delincuencia vía Internet: 1) Adopción de menores. Estaban surgiendo empresas que traficaban con la adopción de menores mediante la Red. 2) Seguridad nacional. Había piratas ciberespaciales que trataban de penetrar en los bancos de datos secretos con el fin de conocer la fabricación de bombas. 3) Trata de blancas. Aparecieron las agencias matrimoniales cuya actividad principal consistía en reclutar personal para la prostitución. 4) Prostitución infantil. En un congreso celebrado en Estocolmo sobre la explotación sexual de la infancia, se denunciaron las ofertas de Internet para mantener contactos con los menores de edad vírgenes. En consecuencia, comenzaron a constituirse cuerpos de «ciberpolicías» para controlar los delitos en la Red así como el acceso ilegal a archivos informáticos, la destrucción de material y la piratería e intervención en los programas.
Desde muy pronto el cuerpo del delito en Internet empezó a describirse de acuerdo con las áreas de acción siguientes: 1) Intrusiones en las redes informáticas. Los piratas ciberespaciales empezaron a entrar en los sistemas para curiosear o para hacer lo que se les antojaba con dichos datos. 2) Espionaje industrial. La competencia comercial puede inducía al pirateo entre las empresas. 3) Piratería de software. Era la más fácil de realizar, por cuanto se reducía a copiar los discos originales en el ordenador personal. 4) Pornografía infantil. Este problema se agudizó a finales de 1996. Estos abusos son los que más contribuyeron a concienciar a la gente sobre la necesidad de controlar legalmente el acceso y uso de la Red. 5) Bombardeos contra los buzones de correo electrónico. El envío de mensajes masivos se convirtió en una estrategia de acoso malintencionado, si bien algunos casos sirvió también para contrarrestar la actividad propagandística de malhechores y terroristas. 6) Detección de claves de acceso. Se trata ahora de los denominados snnifers, los cuales consiguieron privilegios de acceso a los bancos de datos suplantando a los usuarios legítimos y violando la intimidad. 7) Spoofing. Esta operación consiste en hacer que un ordenador aparente ser otro. Estos activistas del ordenador fingido son reconocidos por el nombre de spoofers. 8) Fraude con las tarjetas de crédito. Los piratas roban los números de las tarjetas de crédito en las bases de datos de las compañías causando pérdidas millonarias a las compañías de crédito. Por su parte, las pandillas neo-nazis y otros grupos antisociales convirtieron a Internet en su plataforma favorita de adoctrinamiento y acciones violentas.
En razón de las posibilidades de delinquir y hacer daño mediante la Red aparecieron los «detectives en el ciberespacio» y se fue viendo la necesidad de crear servicios de protección contra los piratas informáticos. Desde muy pronto los hechos consumados pusieron de manifiesto que las desventajas de la Red son proporcionales a sus inmensas ventajas. De ahí la batalla legal ya iniciada para salvar la libertad de expresión y el respeto de los derechos humanos en el ciberespacio pero sin concesiones a la utopía libertaria ni al oportunismo de los irresponsables. Muchos se convencieron de que La Internet puede ser tanto una plataforma de cultura y humanismo como una cloaca de maldad humana.
Los dilemas éticos que pueden surgir son muchos. Ante esta situación es preciso no caer en la tentación de la censura previa o del control de las conversaciones privadas. Pero tampoco dejar expedito el camino a los violadores de los derechos humanos. En diciembre de 1996 se descubrió cómo un biólogo americano torturaba sexualmente a una joven con la que se había dado cita por Internet. La misma Red habría sido usada por una mujer para encontrar a un hombre que la sometiera a prácticas sadomasoquistas hasta la muerte. Ya entrado el año 1997, la opinión pública mundial fue alertada por el caso de dos niñas italianas que se fugaron de sus casas tras conectar por Internet con un «navegante». La fuga de niños de casa no era una novedad. La novedad consistió en que el hombre o la mujer de sus sueños pudieron entrar impunemente en el hogar de los padres vía Internet. Otro tema que fue desde el principio muy destacado por la prensa en relación con el uso y abuso de Internet fue el asunto del derecho de propiedad intelectual. Las autopistas de la información están «asfaltadas» de textos, gráficos, imágenes y programas de todo tipo. Por una parte, cada página en circulación ha sido realizada por uno o más autores. Pero, por otra, el usuario está tentado siempre a hacer uso indiscriminado de ese material. La aparición del hipertexto obligó a replantear la cuestión de los derechos de autor.

3. USOS Y ABUSOS DE LA RED

Como usos más normales y funcionales de Internet cabe recordar los siguientes: envío y lectura de mensajes con el fin de recavar noticias o informaciones sobre temas concretos o áreas de interés. Envío y recepción de mensajes por correo electrónico. Leer o copiar información acumulada en otros ordenadores. Recibir noticias puntuales sobre temas o acontecimientos muy concretos. Buscar bibliografía en bibliotecas conectadas a la Red en cualquier parte del mundo. Leer periódicos, revistas y boletines de noticias. Copiar las informaciones almacenadas en otro ordenador. Últimamente no existe institución humana pública o privada que pueda funcionar sin su vinculación a los multiservicios de la Red. ¿Para qué y de qué manera?. Esta es la cuestión. Los científicos para investigar. Los educadores para educar. Los profesionales, para competir. Los gobiernos, para difundir noticias y controlar. Los malhechores, para delinquir. Los corruptores sociales, para corromper. Los asesinos, para matar con más facilidad. Los holgazanes, para perder el tiempo, y los cansados, para divertirse y descansar. Nos hallamos ante un instrumento realmente genial que, al aumentar astronómicamente la capacidad humana de comunicación, facilita en la misma proporción las posibilidades de su uso malvado. De hecho, la inocencia original de la red de redes ya no existe y de ahí la necesidad de acudir al sentido de responsabilidad moral de los usuarios de este nuevo, gigantesco y fascinante medio de comunicación nacido en las segundas vísperas del siglo XX y con un futuro impredecible en las primeras del XXI.

4. BENEFICIOS DE LA COMUNICACIÓN CIBERESPACIAL

Antes de entrar en cuestiones críticas hemos de reconocer y proclamar la inocencia original de Internet y las bondades que este medio de comunicación promete para mejorar las comunicaciones humanas del futuro. Los más optimistas opinan que Internet es lo mejor que existe después del pan. Los más pesimistas, por el contrario, consideran a la Red de redes como una conspiración siniestra contra la vida privada y la libertad. Algunos llegan a compararla con un vertedero o cloaca de basura humana. A pesar de todo:
- La Internet constituye una infraestructura de información global capaz de poner en comunicación instantánea a la entera humanidad en beneficio de nuestra calidad de vida. Mediante la red, las clínicas y hospitales, por ejemplo, podrán poner a disposición de todos los médicos y personal sanitario informaciones rápidas sobre enfermedades y tratamientos clínicos en situaciones de emergencia sin necesidad de la presencia física de los galenos concernidos. Igualmente se podrán hacer oportunas predicciones sobre calamidades naturales y prevenir la muerte masiva de personas. Por otra parte, es un instrumento eficaz para unir a todos los pueblos como en una sola familia global superando recelos y enemistades ancestrales entre las diversas comunidades humanas. En el pasado uno de los oficios más humanos era el del cartero que iba casa por casa repartiendo la correspondencia. En cada sobre había un mensaje que con ansiedad abríamos. El cartero era la persona que con más ilusión era recibida a la puerta de casa. Hoy en día el cartero es el correo electrónico a través del cual podemos comunicarnos con el mundo entero en cuestión de minutos sin movernos de casa enviando y recibiendo mensajes de humanidad de todo tipo estéticamente presentados. Es sólo un ejemplo.
Más en concreto cabe destacar los siguientes servicios de la Red:
- Ayuda al desarrollo científico. Los hombres de ciencia con acceso a la Red pueden acceder a la información más especializada, actualizada y completa ofrecida por sus colegas. Un ejemplo elocuente popularmente conocido lo tenemos en las investigaciones que se llevan a cabo en el campo de la bioética. El desarrollo y transmisión de la ciencia, de la economía y de cualquier actividad humana desarrollada para hoy día por las computadoras y el correo electrónico. En tiempos pasados a cualquiera que aspiraba a un puesto de trabajo público se le exigía saber escribir a maquinilla. Actualmente cualquier trabajo humano social está informatizado y es prácticamente imposible realizarlo con competencia sin el manejo competitivo de las cada vez más sofisticadas computadoras. Con lo cual no queda ningún servicio informativo imprescindible fuera del ciberespacio. Nadie en el pasado pudo imaginar un servicio de investigación y comunicación científica en equipo y globalizado como el que se ofrece actualmente a través de Internet. Las investigaciones científicas se realizan mediante las computadoras con una rapidez y precisión asombrosas y se pueden divulgar a lo largo y ancho del planeta con una rapidez deslumbrante al compás de la electricidad.
- Ahorro de papel y promoción de la libertad de expresión. Es obvio que la pantalla del ordenador ahorra mucho papel y, en consecuencia, la tala de bosques. Pero, además, burla alegremente la censura de los gobiernos. Los periodistas investigadores pueden comunicar al público por Internet el resultado de sus investigaciones como información eventualmente secuestrada o censurada por los gobiernos. Cuando los medios de impresión manual y empresas informativas se ven restringidos de publicar algo, la comunidad cibernética se encarga de burlar las restricciones y eventuales censuras. La red podría convertirse en la mejor y más eficaz garantía de la libertad de expresión. Algunos han soñado con haber encontrado el campo adecuado para la absoluta libertad de expresión vía Internet. Sueños e ilusiones aparte lo cierto es que la capacidad de comunicación humana abierta con La Red es algo estupendo que nos puede ayudar a combatir los abusos del pasado en materia de libertad de comunicación a escala planetaria.
- Creación de oportunidades para las empresas y alivio para los discapacitados. La gran disputa existente sobre el uso de Internet en las empresas demuestra que la Red será el medio más eficaz de ganar dinero en el futuro. Es el tren que ninguna institución financiera o cultural importante quiere perder. Por otra parte, mediante la telecomunicación, muchos trabajos podrán ser realizados en casa con el ordenador, lo que favorecerá enormemente la promoción laboral incluso de muchas personas físicamente discapacitadas. Más aún. Las personas con problemas de la vista podrán manejar el correo electrónico mediante el teléfono al convertirse el e-mail de Internet en palabras habladas.
- Une a personas y pueblos. La Internet favorece la comunicación sin fronteras, por más que el lenguaje siga siendo una barrera. Incluso puede contribuir eficazmente a la superación de barreras culturales, raciales y religiosas, ya que, suponen los más ingenuos, a Internet todo el mundo es bienvenido y se supone que cada uno de los navegantes va a lo suyo sin interesarle entrar en conflicto con nadie.
- La Red facilita también la posibilidad de relaciones sentimentales y cualquier tipo de encuentro con personas de otra forma inaccesibles. Por más que por esta vía sea posible aumentar la capacidad de explotación sentimental entre las personas es igualmente cierto que permite mantener relaciones de amistad y trato humanitario con cualquier tipo de personas al margen de prejuicios raciales, religiosos, políticos o culturales. En una palabra, facilita el trato respetuoso y personal con todo el mundo superando los prejuicios y las fronteras del pasado.
- Divierte y estimula a las personas. Así como hay adictos a la televisión (tele-adicción), los hay a Internet. Y es que en la Red hay infinidad de cosas para divertir y pasar el tiempo. Es verdad que esas formas de divertimiento no siempre son agradables ni excluyen la incitación a formas de conducta y antisociales. Pero los más optimistas, aun en estos casos, prefieren insistir en la cara positiva de la Red y en la presunta conveniencia de que nadie en particular ni ninguna institución gubernamental ponga fronteras a quienes se embarcan en la fascinante nave ciberespacial. En fin de cuentas, Internet es una superestructura de tecnología informativa hasta hace poco tiempo inimaginable, y cualquier reserva o prevención contra el desarrollo y uso ilimitado de la misma debería ser descartada. Este irenismo ingenuo ha sido desautorizado por la realidad de los hechos y no hay ya actividad en la red que no esté en alguna medida controlada por normativas legales y controles de seguridad.

5. ARGUMENTOS CONTRA INTERNET

Pero no todos tienen fe en la presunta naturaleza inocente e inmaculada de Internet. Se la atribuye un pecado de origen y muchos de procedencia viciosa por parte de algunos usuarios. Algunos insisten en que tiene mucho potencial para ser mal utilizada y abusar de ella, incluso para fines y objetivos indeseables y criminales. En realidad, esta potencialidad negativa es proporcional a sus posibilidades de uso positivo. Lo que puede servir para lo mejor, puede servir igualmente para lo peor. De ahí la necesidad de apelar al sentido de responsabilidad moral y eventualmente a la conveniencia de introducir normas legales que garanticen el uso correcto de la Red.
Los pecados más graves que suelen imputarse al uso irresponsable de Internet pueden reducirse a los siguientes:
— Separa y aísla a la gente. La Internet, lo mismo que la televisión, el teléfono o el vídeo, nos facilita la posibilidad de comunicarnos con los demás de forma asombrosa. Pero al mismo tiempo nos aísla de la comunicación cara a cara con las personas de nuestro entorno. La gente que se «engancha» a Internet se incapacita psicológicamente para comunicarse con personas que no comparten sus intereses. Se habla así del «provincianismo electrónico», que une a unos grupos de personas separándolos de otras, lo que contribuye a fomentar la intolerancia e impedir el entendimiento y la comprensión entre personas de culturas, convicciones e ideas diferentes.
— Distribuye información poco fiable y sin exigencias de contraste. La Internet constituye un magnífico medio para difundir rumores, calumnias, malentendidos, desinformación y falsedades a escala planetaria. Se dice que los reporteros periodistas que viajan por Internet pasan por alto los exámenes y comprobaciones requeridas por la ética profesional como garantía de la veracidad y objetividad de sus mensajes informativos. En la Red queda mucho espacio libre para la falsedad informativa y la «desinformación» impune. En Internet no hay más objetividad informativa que en la prensa de papel o en los medios clásicos de información. Hay información complementaria y de más fácil acceso. Pero ello no lleva consigo que la verdad sea un valor ético troncal.
— Expande el odio, crea inseguridad en el trabajo y amenaza a la seguridad nacional. De hecho, en la Red podemos encontrarnos sin quererlo con grupos neonazis, racistas, antisemitas, fundamentalistas y sexistas. Sin olvidar las actividades corruptivas de grupos pseudoreligiosos y de explotación de la prostitución, tanto femenina como masculina. Es verdad que Internet favorece el autoempleo laboral y el poder trabajar en casa. Pero es a costa de suprimir muchos puestos de trabajo estable a cambio de empleos temporales a sueldo de hambre. Por otra parte, Internet, que nació para fines militares, puede convertirse en arma de doble filo. De un lado cabe temer los eventuales abusos militares de la Red, y de otro, la piratería policíaca y el espionaje militar. Todo lo cual es a costa de la seguridad nacional e internacional y de la tranquilidad particular de las personas más débiles y desprotegidas.
— Favorece el pirateo, el sabotaje y la invasión de la vida privada. Hemos dicho que Internet es un asunto de ordenadores conectados. Ahora bien, hay que tener en cuenta los virus o pequeños programas que los piratas pueden introducir subrepticiamente en los ordenadores destrozando datos. La Internet ofrece oportunidades de oro a los maleantes para la inoculación de virus envenenadores de los programas. En Internet ocurre algo parecido a lo que acontece con las intervenciones policiales o militares en determinados regímenes políticos. Los agentes del orden público provocan a veces una situación de conflicto para justificar apara justificar después su intervención represiva. De modo análogo se tiene a veces la impresión de que la invasión de los virus es bien recibida por las industrias de los antivirus. Por lo que se refiere a la pérdida de la privacidad baste pensar en el funcionamiento del correo electrónico.
— Permite el fraude, transporta pornografía y margina a los más pobres. Con el uso comercial de la Red, lo lógico es permitir a los usuarios encargar productos y pagarlos dando el número de tarjeta de crédito. Pero esto fomenta la actividad de los traficantes que se dedican a la caza de tarjetas de crédito ajenas para usarlas en provecho propio. La implicación de niños y adolescentes en la Red está agravando la situación. Por si todo esto fuera poco, está el problema económico. Hasta ahora el acceso a la Red es privativo de grupos privilegiados, de tal manera que sólo ellos están enterados de la información que circula por la Red sin que puedan acceder a ella los más pobres. El acceso a Internet sigue siendo un lujo para los pobres.
— Inseguridad, desconfianza y saqueo de personalidad. En Internet hay ruindad humana y poca seguridad. El darse a conocer en la Red nos deja al descubierto para que gente sin escrúpulos nos invada y eventualmente utilice nuestros datos personales en provecho suyo o en perjuicio nuestro. Nuestra intimidad y nuestra personalidad no están suficientemente garantizadas en la Red, ni desde el punto de vista tecnológico ni legal. De ahí que se aconseje viajar como un número más de viajero sin nombre ni datos de identificación personal sin provocar a nadie y desconfiando de todos. Mientras no exista más seguridad tecnológica para el control de los mensajes y protección de la personalidad de los mensajeros de la Red, se recomienda mucha precaución, procurando no comprometer a los encontradizos y evitar elegantemente a los indeseables.

6. CONFLICTOS ÉTICOS Y PERSPECTIVAS DE SOLUCIÓN

De lo dicho hasta aquí se desprende que los problemas éticos que surgen en Internet son esencialmente los mismos que los que se plantean en la ética de la información en general con predominio de algunos matices específicos importantes. Con la nueva tecnología se aumenta prodigiosamente la capacidad mediática de comunicación y en la misma proporción la del mal uso de los medios informativos. A continuación indicamos las grandes áreas en las que los estudiosos de la ética en Internet están centrando cada vez más su atención. Nos encontramos en el terreno de la Ética de la Informática, es decir, de la ética aplicada al uso de los ordenadores en la se estudian todas las formas de conducta relacionadas con la producción, industrialización y uso concreto de los mismos. La internética o ética para Internet es la parte de la ética informática que trata del uso de La RED (Internet) y del correo electrónico en particular.

A) ÁREA DE LA VERDAD INFORMATIVA.

La prensa digital ha revolucionado el sistema clásico de la prensa. Pero ello no dispensa de que en Internet la información haya de ser tan objetiva, exacta y veraz como en cualquier otro medio de comunicación. El hecho de que se informe a través de la Red no autoriza a decir falsedades, mentiras o inexactitudes injustificadas. Cambia el medio informativo, pero no la exigencia ética de comunicar verdades y no mentiras. Más aún. Habida cuenta de la mayor facilidad que la Red ofrece para violar los principios deontológicos clásicos de la información, se impone una mayor reflexión sobre ellos para aplicarlos oportunamente y con eficacia a las nuevas situaciones creadas por el medio tecnológico. Para hacernos una idea aproximada de las posibilidades de manipulación o distorsión informativa vía Internet basta tener presentes dos de las características específicas de este fascinante medio de comunicación. Me refiero a su alcance y al anonimato.
La combinación de la amplitud de alcance planetario, la inmediatez y disponibilidad para los individuos, es algo novedoso por relación a la radio, la televisión o el teléfono por separado. El alcance de la Red constituye un poder de impacto antes impensable. Una faena de piratería, por ejemplo, puede contaminar toda la red de ordenadores conectados, con los trastornos que ello puede llevar consigo. Por otra parte, el anonimato en la Red favorece toda suerte de manipulaciones textuales. Es verdad que también fuera de la Red pueden llevarse a cabo manipulaciones informativas de todo tipo. Pero en la Red resulta mucho más fácil falsear las cosas y puede actuarse en el más completo anonimato, lo que constituye un aliciente pernicioso para los irresponsables.
El anonimato es un peligro constante para la integridad de los informadores. Por ejemplo, desconectando alegremente las palabras de las personas. Uno puede tomar las palabras de otro plagiándolas, modificarlas a capricho o bien inventárselas uno y atribuírselas a otro. Todo esto es posible fuera de la Red. Pero la forma en que puede hacerse dentro de ella constituye una novedad importante que no puede ser pasada por alto a la hora de hacer evaluaciones éticas. La facilidad de manipular los datos en el anonimato no es una circunstancia que invite a la confianza incondicional. No parece prudente hacer derroche de confianza en un medio de comunicación en el que hemos de habérnoslas casi siempre con personas de identidad desconocida y ocultando la nuestra propia.

B) ÁREA DE LA INTIMIDAD Y VIDA PRIVADA

Tampoco Internet legitima éticamente la violación del derecho a la intimidad y vida privada de las personas e instituciones. Cabe añadir que en materia de intimidad y vida privada las cosas se complican enormemente. Tan atractivo resulta dejar la propia intimidad en la Red como entrar a saco con la de los demás cibernautas. Más aún. El acceso a la Red está abierto para todos los que dispongan de un ordenador comprometido, y entre los potenciales usuarios se encuentran niños, adolescentes y toda suerte de personas con pocas defensas morales y fáciles de persuadir y sugestionar. Habrá que afinar mucho para poner a buen recaudo nuestra intimidad en la Red. Los estudiosos convienen por lo general en que la invasión de la intimidad ajena y la oferta irresponsable de la propia constituye un reto ético-jurídico impensable en tiempos pasados. Tanto por la facilidad con que se puede violar ese derecho humano fundamental en la Red como por el ámbito de personas e instituciones potencialmente implicadas.
Los mensajes que la gente manda por Internet pueden ser leídos y copiados como cualquier imagen aparecida en televisión puede ser grabada. Por otra parte, esos mensajes por correo electrónico pueden ser utilizados para intercambiar secretos de Estado, confesiones, cartas de amor o declaraciones financieras. En las actuales circunstancias, incluso siendo muy precavidos, nuestra intimidad y vida privada en la Red está a merced de piratas, terroristas e intervenciones policíacas sin control. Sin olvidar la posibilidad de vernos implicados sin quererlo en actividades delictivas o terroristas.

C) ÁREA DE LA CREATIVIDAD Y PROPIEDAD INTELECTUAL

En ética y deontología de la información se ha discutido siempre el tema de la propiedad intelectual y el plagio o robo del pensamiento de otros, considerado como una conducta altamente detestable. Nada más bochornoso para un informador que ser sorprendido publicando ideas de otros como si fueran propias.
Una vez que se introduce en la Red una información o mensaje, resulta altamente difícil retener el título de propiedad por parte del emisor. Los mensajes pueden ser tomados y transformados fácilmente de suerte que se pierda todo rastro de autoría original. Los legisladores dispensan a este tema una importancia capital. Hay piratas de ordenadores que se dedican a robar datos e informaciones en la Red como salteadores de bancos. ¿Quiénes custodian los bancos de datos?. ¿Quiénes tienen acceso normal a ellos sin violar el secreto profesional correspondiente? ¿Cómo evitar el soborno o el asalto traidor a los mismos? Todo lo que se ha dicho y discutido en el ámbito de la informática sobre la propiedad intelectual es aplicable con mayor razón a Internet. No olvidemos que la información puede ser reproducida en Internet sin perder su valor de forma que el emisor o propietario original de la misma no se dé cuenta de ello. La documentación fotocopiada o fotografiada siempre será una documentación de segunda mano, aunque cada vez más difícil de demostrar a medida que se perfecciona su tecnología.
Pero en las redes electrónicas no cabe pérdida alguna de valor durante el proceso de reproducción. Si, por ejemplo, tomamos de otro un programa o un juego de datos para nuestro propio uso, podemos hacerlo sin que quede rastro alguno demostrable del plagio. Y lo que es más. Mientras en la comunicación ordinaria clásica lo que decimos a otros es oído, entendido con mayor o menor exactitud, escrito, grabado u olvidado, en la Red la mayor parte de las veces las palabras permanecen hasta que alguien o algo las borra y hace desaparecer. De ahí que estén disponibles para ser copiadas y enviadas a otros de forma indefinida. O quedar a disposición de los que controlan la tecnología o al alcance de curiosos, fisgones o malintencionados.
Esta posibilidad de matemática reproductibilidad casi ilimitada en la Red tiene implicaciones éticas novedosas en lo que se refiere al derecho de propiedad intelectual y de intimidad. ¿Quién es el propietario de un mismo texto matemáticamente idéntico multireproducido como suyo por personas diversas? A nivel de principios éticos, la pregunta tiene fácil respuesta. El derecho de propiedad intelectual será siempre del primero que generó el texto informativo original. Pero legalmente pueden darse casos en los que sea prácticamente imposible verificar la autoría primigenia del texto.

D) LOS PROBLEMAS DEL ACCESO A LA RED

El viejo problema sobre el acceso del público a las fuentes de información adquiere particular dramatismo tratándose de Internet. Existe el fundado temor de que los ricos y poderosos se lleven como siempre el gato al agua marginando a los más pobres y socialmente débiles. Se piensa que en la misma línea del principio de acceso a los medios de comunicación clásicos la sociedad actual debería tener acceso normal a los servicios de la Red para fines educativos, culturales e informativos propiamente dichos. Lo cual supone la posibilidad de acceso y desarrollo de la tecnología superando los inconvenientes de los monopolios exclusivos y excluyentes. Pero está, además, la cuestión del acceso prácticamente incontrolable de niños y adolescentes a la Red y su eventual implicación en conductas cibernéticamente corruptivas de la inocencia. Según los expertos que intervinieron en las Jornadas sobre Abogacía e Informática, celebradas en Barcelona durante la última semana de enero de 1997, los ámbitos más afectados por los abusos y falta de ética en la Red son: la seguridad nacional por la presencia de terroristas; seguridad económica a causa de los fraudes y piratería de cartas de crédito; propiedad intelectual y protección de la información; protección de menores, amenazados por la violencia y la pornografía; protección de la dignidad humana y de la vida privada .

E) VENTAJAS Y RIESGOS DEL ANONIMATO EN INTERNET

Hemos dicho que una de las características peculiares de Internet es el anonimato. Peculiaridad que tiene su cara y su cruz. La posibilidad de actuar anónimamente en la Red constituye una ventaja innegable para el trato correcto y desprejuiciado de asuntos relacionados con la raza, el sexo y la apariencia física de las personas. El anonimato iguala a las personas, contribuye al bloqueo de los prejuicios y facilita la participación de todos los cibernautas en actividades prohibidas o prejuzgadas fuera de la Red. A la sombra del anonimato, muchas víctimas de la injusticia humana pueden aportar valiosos testimonios humanos que fuera de la Red no se atreverían a revelar. El anonimato es un soporte psicológico de la libertad de expresión, de la objetividad de las personas al hablar y de alivio emocional. Todo esto es verdad. Pero tales ventajas tienen su contrapartida negativa. El anonimato en Internet resulta éticamente preocupante al menos por tres razones. En primer lugar, dificulta la identificación y eventual captura de los malhechores ciberespaciales. ¿Cómo protegernos contra los fisgones, ladrones, saboteadores, profesionales de la calumnia y toda suerte de difamaciones?
En segundo lugar, es verdad que con el anonimato la gente maltratada pierde el miedo a hablar, a exponer sus legítimas quejas y a facilitar valiosas informaciones que no se revelarían en un contexto normal fuera de la Red. Pero igualmente sirve para actuar de forma indeseable y dañina. Es probable que personas que a cara descubierta no se atreverían jamás a delinquir, bajo el velo del anonimato se sientan arrastradas a hacerlo en Internet. La fascinación por lo prohibido o censurado por humanamente indeseable puede dispararse sobre todo en los adolescentes y personas proclives a la delincuencia.
Por último, el anonimato en Internet favorece el poder disponer de informaciones provenientes de muy diversas fuentes para elegir la que más nos convenga. Pero el manejo adecuado de tanta información resulta particularmente difícil, tanto por su volumen como por la incertidumbre de las fuentes informativas. Una misma persona puede aportar información bajo identidades personales múltiples y la misma identidad puede ser utilizada por muchas personas distintas. El anonimato en la Red contribuye así a la falta de integridad de la información. Con el anonimato garantizado nos arriesgamos a que las informaciones que recibimos en la Red sean objetivamente falsas sin posibilidad de poder detectar esa falsificación mediante el contraste previo de datos e identificación de las fuentes.

F) EL PROBLEMA DE LA CENSURA Y EL PIRATEO

La censura es un dictamen o valoración ética sobre alguna obra o escrito y como tal existió ya en la Grecia clásica. En Roma existió la nota de censura que el funcionario denominado censor decretaba contra aquellos ciudadanos de ambos sexos que habían observado algún comportamiento contra las buenas costumbres. La nota de censura afectaba a los derechos públicos y al aumento de los impuestos y resultaba efectiva durante todo el mandato del censor de oficio. El sucesor podía ratificarla o anularla cuando lo considerara conveniente. En el lenguaje corriente censurar a una persona o ente público equivale a descalificar moralmente su conducta, globalmente o en algún aspecto particular. Por ejemplo, la censura de una película equivale a dictar un juicio ético sobre la misma, por lo general negativo, a consecuencia de lo cual se prohíbe su representación pública. Los Gobiernos practican la censura cuando, por ejemplo, clasifican algunos documentos como secretos de Estado. La censura militar es proverbial en todas partes como característica peculiar. La historia de la censura está muy estudiada y la han practicado ampliamente por razones diversas tanto la Iglesia como el Estado. De hecho, no existe organismo público, estatal o eclesiástico, que no practique algún tipo de censura, desde los partidos políticos y los medios de comunicación hasta la autocensura personal de los representantes y agentes sociales. Paradójicamente los profesionales que más practican ciertas formas de censura son las empresas informativas. Toda forma de veto o de control público es una censura.
Actualmente lo más razonable es rechazar la censura previa contra la manifestación civilizada de opiniones e ideas y reconocer a las instituciones públicas el derecho a controlar la calidad de sus ofertas industriales o ideológicas cuando estas pueden dañar a terceros inocentes o atentan claramente contra algún derecho humano fundamental. Es obvio que el uso de Internet no puede caer fuera de este principio de control elemental en nombre del bien común y el de cada persona en particular.
Se llama  «pirata informático» o hacker al experto en entrar en los ordenadores del prójimo para robar datos o practicar el espionaje, aunque no siempre se haga con la intención aviesa de hacer daño. Una modalidad del pirata informático es el «saboteador informático» o cracker, que irrumpe en los ordenadores siempre para causar deliberadamente algún daño. Recordemos también a los piratas que se divierten introduciéndose en las redes haciendo travesuras y eventualmente causando daños involuntarios. Son los denominados cyberpunk. El acceso a la Red de cualquiera de estos tipos puede causar daños de consideración a la comunidad ciberespacial y los legisladores tratan de salirles al paso de la mejor manera posible. Los phreakers son los crackers en el ámbito de la telefonía digital. Irrumpen en los sistemas telefónicos modificando los servicios de sus usuarios. Un ejemplo. Descolgamos el auricular del teléfono y oímos un mensaje en el que se nos pide que depositemos una cantidad de dinero o que hagamos alguna otra cosa. O bien suplantando a la operadora y contestando al usuario del teléfono lo que se les antoje, agradable, desagradable. Estos piratas, además, se sirven del teléfono de forma gratuita.
Pero lo más demoledor es el “virus” informático. Llamado así por analogía con los virus y las bacterias causantes de enfermedades. Hay gente que se dedica a “infectar” nuestros ordenadores causando daños materiales y disgustos de consideración. La policía persigue a estos nuevos delincuentes y las empresas compiten por producir los programas “antivirus” más eficaces de protección. Tal como funcionan las cosas en relación con la aparición de nuevos “virus” y producción industrial de los “antivirus” se tiene a veces la impresión de que hay de por medio algún tipo de conducta mafiosa. Cuando hay dinero en juego cualquier sospecha tiene algún fundamento.


7. ESCALA DE LOS VALORES ÉTICOS TRONCALES EN INTERNET

En vista de la dificultad que muchos encuentran para adoptar unos paradigmas éticos de validez universal aplicables al quehacer informativo, me parece oportuno hacer aquí una declaración de principios sobre los que descansa la legitimidad ética de toda función informativa profesionalmente respetable. Internet es un medio más de comunicación y como tal tiene que ajustarse a los principios de legitimidad ética que los demás medios de comunicación. El derecho de informar o de recibir información, sea cual fuere el medio utilizado, se legitima en la medida en que respetan o promueve los valores éticos y sociales fundamentales siguientes:
1) Respeto incondicional a toda vida humana individual desde su orto hasta su ocaso natural. Una vez encendida la vida de un ser humano, nadie tiene poder legítimo para apagarla directamente. Por el contrario, hay que ayudarla a subsistir hasta que naturalmente se extinga por sí sola. Las acciones humanas se dicen buenas o malas por relación al marco referencial de la vida de la cual la libertad de expresión es una forma de vivir. La libertad está en función de la vida y no al revés. Sin vida, para nada sirve la libertad. Este principio constituye la primera piedra angular de cualquier sistema ético digno de aceptación universal.
2) Respeto a la verdad pública como ideal específico de la profesión informativa. Verdad entendida como fidelidad expresiva a la realidad social de interés público y que es necesario saber en la humana convivencia. Ésta es la piedra angular de la ética específica del periodismo cualquiera que sea su expresión tecnológica, en papel impreso o virtual. No tiene sentido hablar de libertad informativa o de veracidad sin referencia al concepto fundante de verdad. La mayor parte de los códigos deontológicos de la profesión informativa o afirman explícitamente este principio o lo dan por supuesto. Tan inmoral o más es engañar a los demás oralmente, en un periódico de papel, en una cadena radial, en la televisión como en Internet.
3) Respeto a la libertad de expresión pública responsable. La responsabilidad informativa se refiere al uso correcto de la libertad de expresión en función de la vida y de la verdad pública. El recurso a la razonabilidad es indispensable para cualquier discurso ético y constituye la piedra angular de la ética específica de la información. Por una parte Internet ofrece unas posibilidades fascinantes para el ejercicio de la libertad responsable desde el anonimato y el derribo de fronteras y controles naturales. Pero igualmente se presta al control de los demás desde el anonimato y el miedo a los desconocidos. Ni es lícito sofocar la libertad responsable de los demás ni favorecer su ejercicio criminal.
4) Respeto a todos los derechos humanos naturales. Casi todos los códigos éticos de la información expresan este ideal con mayor o menor acierto y constituyen otra de las piedras angulares de la ética universal de la que los “navegadores cibernéticos” responsables no pueden dispensarse. La vida es el soporte de la ética como las raíces y el tronco lo son de las ramas, las flores y los frutos. Es el valor universalmente vinculante del que nadie puede alegar razones válidas para rechazarlo o violarlo con sus formas de conducta.
La vida se expresa después humanamente en términos de verdad, de libertad y de amor. Estos valores éticos son respecto de la vida como las flores y los frutos por relación al árbol. Son los valores éticos más preciados y sazonados de la vida. En consecuencia, los informadores, en el ejercicio de la actividad informativa, tienen que atenerse como cualquier otro profesional a este parámetro de ética universal. La Internet, como cualquiera otro medio humano de comunicación, tiene que asumir que es un instrumento de servicio incondicional a toda vida humana desde que es encendida en el momento de la concepción (natural o artificial) hasta su ocaso natural. La verdad, la libertad, el amor y la paz son las flores que han de cultivarse con el árbol de la vida. La grandeza o vileza del uso de la Internet dependerá de este servicio generoso al árbol de la vida humana. Quienes piensan que no existen objetivamente parámetros éticos de valor universal aplicables a Internet prestan un mal servicio a la causa y mejor sería que recapacitaran sin prejuicios ante el espejo universal y luminoso que es la vida misma. La competencia profesional pasa por el conocimiento y desarrollo de las nuevas tecnologías y por la formación humanista. Ahora bien, las piedras angulares del humanismo son el respeto a la vida humana cuya expresión más adecuada tiene lugar cuando busca la verdad, la libertad responsable, el amor y la paz. En la medida en nuestra conducta en Internet se aleja de estos valores estamos violando las bases mismas de nuestra condición humana. Estos hechos y estas valoraciones son ética pura y dura de Internet (internética) válida para cualquiera que se precie de humano por encima de creencias, convicciones o culturas en contrario.

8. LA VERDAD COMO VALOR ÉTICO TROCAL EN INTERNET

Me he pronunciado en repetidas ocasiones sobre esta cuestión y me parece obligado volver sobre ella, aunque sea brevemente, en relación con la ética para Internet en la cual la oferta, demanda e intercambio de todo tipo de informaciones es esencial. De ahí que la verdad sea un concepto troncal que no podemos obviar. Por otra parte, este concepto resulta cada vez menos atractivo sin no desagradable en muchos ambientes. Pero en ello nos estamos jugando la legitimidad misma de la profesión informativa como servicio social en cuyo contexto se encuentra Internet. Todo el mundo se siente molesto cuando es engañado mediante la recepción de informaciones falsas. Pero esto no tendría sentido si no suponemos que existen verdades objetivas que nos son servidas de forma falseada. En Internet, como en cualquiera otro medio de comunicación, la verdad es un valor ético troncal. Pero ¿en qué consiste la verdad? Esta es la eterna cuestión.
Digamos de entrada que la verdad es la realidad de las cosas. Eso que las cosas son aunque nosotros no nos demos cuenta de ello o no queramos verlo. Por ejemplo, el niño o la niña están en el seno de su madre aunque el padre de la criatura no quiera verlo o irresponsablemente opte por negarlo. La ciudad de Pekín existe y está donde está por más que las tres cuartas partes de la humanidad no la hayan visitado o no la hayan visto jamás ni en pintura. Es la realidad que precede y subsiste a nuestro conocimiento. Esto es a lo que llamamos verdad fundamental cuyo contrario es la irrealidad o nada. Cada cosa, pues, tiene su propia verdad aunque no sea consciente de ella. O lo que es igual, cada cosa es su realidad. Pero la verdad es también un concepto mental. No puede ser de otra manera ya que para conocer la realidad de las cosas necesitamos trasladarlas a nuestra mente mediante conceptos abstractos. En este sentido, al tratar de definir qué sea la verdad pronto nos damos cuenta de que ese concepto se nos presenta en forma de:
1) ADECUACIÓN o conformidad del entendimiento y la cosa (adaequatio intellectus et rei) = verdad lógica, gnoseológica, crítica, formal y subjetiva. Su contrario material es el error material y el formal la mentira. Cuando esa ADECUACION o conformidad es de los sentidos (vista, oído…) y las cosas que vemos etc., hablamos de verdades sensibles y no intelectuales.
2) Pero la verdad puede definirse también como la adecuación o conformidad de la cosa y el entendimiento (adaequatio rei et intellectus) = verdad ontológica trascendental. Su contrario es la falsedad.
3) Otras veces la verdad es la adecuación o conformidad del obrar de las personas de acuerdo con los principios y reglas del bien humano en general = verdad moral y verdad de la vida. Su contrario es la maldad humana en general en el obrar y la mentira y la hipocresía de modo especial. El fundamento específico inmediato es la realidad de la vida. En este contexto se habla de la «hora de la verdad» cuando la vida humana es puesta a prueba de la responsabilidad y realidad de la muerte.
4) Cuando la adecuación o conformidad del entendimiento y la realidad se dice de sus aspectos más esenciales y permanentes, entonces hablamos de la verdad científica en sentido amplio.
5) Por último, hablamos de la verdad informativa. Esta es la que corresponde plenamente a la Internet, cualquiera que sea el tipo de verdad que sea reclamada u ofertada. En todos los casos tiene que existir una ADECUACION entre lo que se dice o transmite y algún aspecto concreto de la realidad.
La verdad informativa se define como la Adecuación o conformidad del mensaje del emisor y la realidad social en clave de noticia. Incluso cuando se trata de verdades científicas. Adecuación que es servida a sus destinatarios mediante algún medio de comunicación social (radio, televisión, prensa…) entre los cuales se encuentra la Internet.
El emisor codifica la verdad y la transmite en forma de proposiciones mediante el canal correspondiente al receptor, el cual descodifica y verifica la adecuación o conformidad de la misma con la realidad.
La verdad informativa, con otras palabras, es aquella (adecuación) que es conocida por los sujetos receptores o destinatarios a través de una comunicación. O bien, la verdad sobre la realidad social en cuanto que es conocida por sus destinatarios a través de los medios de comunicación social o mass media. En el caso presente, a través de Internet. Tengo para mí que teniendo en cuenta estas nociones elementales se evitarían muchos discursos vanos y meramente retóricos relativos a la ética de la información en general y de la Internet en particular. Sobre todo por parte de quienes pretenden desde presuntas razones filosóficas poner fuera de circulación el concepto mismo de verdad.

9. CONSEJOS PRÁCTICOS PARA INFORMADORES Y «NAVEGANTES» CIBERESPACIALES

Al principio de la irrupción de Internet hubo mucha desorientación sobre si hay o debe haber una ética para Internet y los criterios que deberían primar en la formulación de una razonable normativa legal al respecto. Con el paso del tiempo la ingenuidad de quienes pensaban que con la Internet había llegado la era de libertad absoluta de movimientos sin control legal ha desaparecido. Los malos hábitos y formas delictivas de conducta han encontrado una nueva vía abierta pero las leyes les están saliendo al paso por todas partes. No podía ser de otra manera. Los delincuentes y malhechores existen en todas partes y hay que salirles al paso. Al margen de esas leyes, mejores o peores, ya existentes, me parece oportuno hacer algunas consideraciones prácticas de sentido común corroboradas con la experiencia.
— Hay que desestimar la opinión de quienes todavía sostienen ilusamente que en la Red no debería existir ningún tipo de ética o de normativa legal, dejando que reine la más absoluta libertad de expresión. Por increíble que parezca, esta opinión fue sostenida al principio incluso desde fuentes policiales. La realidad de los hechos ha obligado a crear equipos policiales especializados en delitos ciberespaciales. El realismo de la vida y de las formas de conducta inmorales y antisociales que emergen en/y de la Red pone de manifiesto la poca razonabilidad de esta opinión. Tanto es así que los juristas, desde las más altas instituciones internacionales y nacionales, están multiplicando sus esfuerzos para salir legalmente al paso de las conductas delictivas que se cometen vía Internet.
— Todos los grandes principios ético-deontológicos, válidos para los medios de comunicación social, son aplicables a Internet. Las diferencias del medio, que existen, se han de resolver por el principio del razonamiento analógico.
El razonamiento analógico consiste en buscar situaciones que nos son conocidas y similares o comparables a las relacionadas con los ordenadores de la Red, aceptando la equivalencia de ciertas acciones o identificando las diferencias significativas entre los casos. Tan sencillo como esto: si un malhechor comete un asesinato en la calle a sangre fía y debe ser detenido para ser juzgado según justicia, de modo análogo debe ser detenido y puesto ante la justicia un individuo que busca a sus víctimas vía Internet.
La naturaleza objetiva del asesinato y del criminal no cambia por el mero hecho de que la perpetración del mismo se haya llevado a cabo de una forma nueva no prevista en la legislación penal. Si tal previsión legal no existe hay que crearla y aplicarla cuando proceda. Eso es todo.
Por la misma razón analógica se debe penalizar cualquiera otro delito informativo o no informativo cometido vía Internet. Por ejemplo, si es éticamente inaceptable que un periodista engañe al público en la prensa, la radio o la televisión, es igualmente censurable y eventualmente punible si lo hage en Internet. El medio puede cambiar algunas circunstancias objetivas y subjetivas del acto delictivo pero no su naturaleza homicida o falsa.
Estos matices habrán de ser tenidos en cuenta a la hora de legislar y valorar moralmente la conducta en Internet pero no legitima ninguna forma de conducta en sí misma irracional, inhumana o simplemente indeseable.
— Como normas deontológicas elementales y consejos prácticos de sentido común cabe formular, entre otras muchas, las siguientes:
No hagamos en Internet lo que no nos atreveríamos a hacer o decir en cualquier medio de comunicación clásico. La realidad virtual no nos dispensa de ser honrados con nosotros mismos y con los demás.
En el periodismo virtual no debemos escribir jamás, amparados por el anonimato, aquello que no seríamos capaces de decirle a alguien en un recinto público. Pensemos que el resto de los usuarios son seres humanos como nosotros.
La información virtual se impone por sí sola a pasos agigantados. Pero el que un día pueda desaparecer la prensa clásica de papel no significa que a partir de ese momento vaya a desaparecer la ética y deontología de la información. Cambiarán las formas del mercado o industria informativa pero no el deber y el derecho de informar sin engañar al público y con el mayor grado de objetividad posible.
En otro orden de cosas pienso que, por ahora, lo más prudente en la Red es limitarse a relaciones estrictamente personales sin implicar a terceras personas o instituciones. La seguridad personal está siempre amenazada por las incitaciones publicitarias sugestivas y delictivas.
Se ha de cuidar mucho lo que se dice sin comprometer la propia intimidad, ya que son millones de personas las que pueden leer nuestros mensajes más comprometedores. Nuestros mensajes electrónicos de cualquier naturaleza que sea pueden ser leídos y controlados por los funcionarios de Internet, la policía y los piratas ciberespaciales, que son cada día más numerosos y peor intencionados.
Evitar los «contactos» y las «citas» en algún lugar con nuestro interlocutor. Podríamos terminar convirtiéndonos en víctimas de un chantaje o en colaboradores involuntarios de actos delictivos o criminales.
Se ha de cuidar mucho el recurso al humor y el sarcasmo. Lo que para nosotros resulta gracioso, para otros puede ser ofensivo. Las bromas en Internet pueden costarnos caras. Lo más prudente es “navegar” blindando bien nuestra identidad y datos personales. La tecnología de la Red no garantiza todavía la seguridad completa de nuestros archivos ni la inmunidad personal frente a potenciales enemigos y chantajistas.
En Internet hay que mantener la misma prudencia y reservas que cuando caminamos por la calle. Incluso más en razón del anonimato de las personas. Nadie hoy día con uso de razón y algunos días de “navegación” por Internet podría suponer que la Red no está sometida a toda clase de abusos y riesgos. Si tal inmunidad no existe en la vida real menos aún en la virtual. De ahí la conveniencia y necesidad de normas reguladoras.
De acuerdo con lo dicho hasta aquí cabe concluir que la tecnología de Internet no cambia sustancialmente los principios éticos de la información clásica, pero añade mucha leña al fuego de la irresponsabilidad. En la misma proporción en que se potencia la capacidad de comunicación humana a escala planetaria, aumenta la facilidad de falsificarla y traicionar las expectativas humanísticas. Por esta razón, hemos de evitar tanto la censura previa generalizada del uso de la Red como el uso arbitrario e irresponsable de la misma. En algunos países los regímenes políticos impiden que los ciudadanos tengan acceso libre a Internet con el fin de mantener sus controles represivos de la libertad. En otros, por el contrario, Internet se ha convertido en la panacea de la vida desde la más tierna infancia. Al alcoholismo clásico, la drogadicción y la “telebasura” se suma ahora el “enganche” a Internet.
Parece razonable pensar que ni las regulaciones legales de la Red ni la eficacia de su tecnología serán nunca suficientes para resolver satisfactoriamente los problemas éticos y humanos que surgirán de su uso generalizado o restringido. Si en el uso de la tecnología clásica de la información la responsabilidad ética tuvo siempre la última palabra, en el uso de Internet se hace mucho más necesaria. La cobertura del anonimato, la facilidad para deformar las informaciones y para delinquir en la Red son circunstancias agravantes que razonablemente nos remiten más que en tiempos pasados al sentido de responsabilidad ética de los usuarios reforzado con prudentes y sabias normas reguladoras.
Los expertos más sensatos están de acuerdo en que esas normas han de ser bien explícitas, especificando puntualmente las consecuencias de su violación, y asimiladas interiormente como principios éticos de comportamiento. Deborah G. Jonson no duda en afirmar que las cuestiones éticas que se suscitan en la Red «no son muy diferentes de las que lo hacen fuera de línea. Por lo tanto, las normas de comportamiento son idénticas en ambos casos».
En consecuencia, la internética o ética en Internet exige conocer y observar las reglas específicas de la Red como de cualquier otro medio de comunicación. Respetar la objetividad y veracidad de las informaciones, así como la intimidad, confidencialidad y propiedad intelectual. Y si en la deontología clásica se ha fustigado siempre con toda razón el utilizar los medios de comunicación para hacer daño de cualquier forma a los demás, y de modo particular mintiendo, acosando moralmente o difamando, en el uso de Internet ese principio ético y deontológico ha de ser tenido mayormente en consideración en razón de la mayor facilidad e impunidad con que puede ser violado. La perfección tecnológica de los medios de comunicación jamás podrá ser una disculpa razonable para delinquir o hacer daño irresponsable e impunemente a nuestros semejantes. Otra observación importante es que en Internet hay mucha información y escasa reflexión. Las ventajas del uso de este medio de comunicación, que son muchas y dignas de ser aprovechadas para incrementar las cuotas de humanidad a escala planetaria, no dispensan en ningún caso del uso de la razón crítica y de la búsqueda directa de los valores trascendentales mediante la reflexión personal y la experiencia directa de la vida. La dependencia de Internet puede conducir a formarnos un concepto falso de la vida impuesto por la fascinación sentimental, la ingenuidad y la fantasía. Es el imperio de lo virtual y de las imágenes frente a lo real. Ahora bien, todo aquello que nos desvincula o aleja de la realidad, si no se corrige a tiempo, conduce fatalmente a la desilusión y frustración ante a los problemas fundamentales de la vida.

10. EL NUEVO CARTERO. APOLOGÍA DEL CORREO ELECTRÓNICO

Uno de los usos más útiles y admirables de la Red es, sin duda, el que se refiere al uso del correo electrónico. Se tiene la impresión de que es la segunda herramienta más empleada en relación con Internet después de la “navegación” pura y dura, tanto con fines laborales como personales. Correo electrónico, como es sabido, es la traducción de “electronic mail”. De ahí que se haya popularizado también la expresión “E-mail”. O simplemente “mail”. El correo electrónico es tan útil como medio de comunicación inmediata que hay mucha gente que lo emplea habitualmente sin interesarse apenas por la “navegación” vía Internet.
A primera vista cabría pensar que sólo tiene ventajas y bondades. Pero todos los ingenios humanos ofrecen la posibilidad de algún uso perverso y el correo electrónico no es una excepción. Para convencernos de ello basta recordar lo que cualquier adolescente con acceso a la Red conoce sobre la naturaleza mecánica del nuevo “cartero” y su funcionamiento. Este simple recordatorio es suficiente también para hacernos una idea de la necesidad del sentido de responsabilidad ética que ha de acompañar a los emisores y destinatarios de los correos electrónicos.
En otros tiempos de feliz memoria para los ya entrados en años, escribíamos la carta, la introducíamos en un sobre, poníamos el sello, la dirección del destinatario, el remite (algunos tenían la mala costumbre de no ponerlo) y la depositábamos en el primer buzón de correo a nuestro alcance. El resto del proceso no es necesario recordarlo. Eso sí, y esto es muy importante, dábamos por supuesto que al ir la carta dentro del sobre cerrado y sellado, el mensaje no iba a ser leído por nadie, a no ser que rompieran el sobre. Igualmente dábamos por supuesto que el servicio de correos no osaría servirse del remite para enviarnos sus propias comunicaciones. Ni pensábamos que fueran a utilizar el remite para otra cosa que no fuera devolvernos la carta cerrada cuando no encontraran al destinatario como tampoco el lugar o estafeta de correos en la que la depositábamos.
Y lo que es más. La violación de la privacidad de la correspondencia estuvo siempre y está penalizada por las leyes. Sólo en los regímenes despóticos las autoridades se permitían y se permiten el lujo de violar el derecho a la privacidad de la correspondencia alegando razones inefables aunque no existan. La excusa más socorrida para ello suele ser por presuntas razones de seguridad cuando, en realidad, lo es por razones de control despótico del poder.
Por otra parte, antes de la llegada de Internet escribir varias cartas en un solo día podía suponer una dedicación excesiva de tiempo. Antes a nadie se le ocurría escribir veinte cartas diarias, por ejemplo, a no ser que ese fuera el trabajo de algún funcionario. Mediante el correo electrónico, por el contrario, es tan fácil, agradable y rápido escribir un mensaje que hasta por placer puede haber quien escriba una docena diarios en menos de lo que canta un gallo. Si a esto añadimos la posibilidad de adjuntar documentos, imágenes y fotografías de propaganda, felicitación o de lo que se nos antoje a la velocidad de la luz y burlando las fronteras geográficas, personales y culturales, cabe pensar que el correo electrónico, como servicio de Internet, es un ingenio humano a todas luces eficiente y admirable.
Dicho esto, conviene no hacernos ilusiones. Por ejemplo, en lo que se refiere a la privacidad de nuestros mensajes. Cuando escribíamos una carta al estilo tradicional la cerrábamos cuidadosamente porque no queríamos en absoluto que su contenido fuera leído por nadie que no fuera la persona a la que iba dirigida. En caso contrario escribíamos una postal abierta. Además, firmábamos las cartas para que el destinatario no tuviera dudas sobre la autoría de las mismas.
En el correo electrónico, en cambio, resulta relativamente fácil aparentar otra identidad o incluso que alguien trate de falsificar la nuestra. Ya no es suficiente poner nuestro nombre al pie del mensaje o el remite con nuestros datos personales bien detallados y con toda corrección. Para dar credibilidad a la personalidad del que remite el mensaje hay que utilizar otra formalidad que es la denominada "firma digital o electrónica”. Son los datos personales que figuran en el directorio electrónico relacionados con la cuenta de correo abierta.
Otras veces, por razones diversas, no queremos que se conozca nuestra identidad de emisores. O simplemente que no se puedan obtener nuestros datos de forma automática cuando enviamos los mensajes a listas, foros o grupos de noticias, para evitar los eventuales efectos desastrosos del SPAM.
Como es sabido, se llama spam al envío indiscriminado de mensajes de correo electrónico no solicitados. Muchas veces se trata de publicidad de productos, servicios o de páginas web que ni hemos solicitado ni nos interesan. Los expertos calculan que varios miles de millones de mails diarios son enviados sin haber sido solicitados.
Por lo general las direcciones electrónicas han sido robadas, compradas, recolectadas en la web o simplemente tomadas de las cadenas de mails. Por unos dólares se pueden comprar bases de datos con millones de direcciones en mails. Con los SPAM suele llegar toda suerte de “basura electrónica” y lo más eficaz para protegernos es aplicar filtros o reglas de mensaje para evitar recibir mensajes de esas direcciones. Otra opción puede ser es presentar una queja en toda regla al postmaster del que envía el spam.
Así de claro. Un correo electrónico no es una carta clásica caracterizada por la privacidad sino una tarjeta postal abierta. Ahora bien, lo normal es que esta postal tenga que pasar por múltiples servidores y redes que la pueden leer. En el momento actual se puede decir sin exagerar que, tal como están las cosas, el correo electrónico sirve para mucho y bueno en el ámbito de la comunicación menos para garantizar la privacidad del correo tradicional de la carta dentro del sobre bien cerrada y sellada.
En cualquier caso, las posibilidades de intercambio de mensajes felices mediante la carta tradicional se han multiplicado mágicamente con el correo electrónico. Sobre todo teniendo en cuenta la posibilidad técnica de aumentar la cantidad de mensajes, de ilustrarlos con toda suerte de complementos estéticos, la rapidez en la ida y vuelta de los mensajes, la superación de barreras personales, geográficas, religiosas, políticas y culturales. Otro tanto cabe decir en el campo de la difusión de la ciencia y de la cultura. Cualquier descubrimiento científico puede ser difundido por el mundo entero en el tiempo real. Igualmente los equipos de investigación pueden trabajar juntos en un mismo proyecto desde cualquier punto de la tierra sin necesidad de viajar o encontrarse personalmente. A través del correo electrónico es ya posible dirigir la publicación de libros virtuales y comercializarlos en cualquier parte del mundo al instante burlando los largos procesos tradicionales de la imprenta y la mayor parte de los medios convencionales de transporte.
Los daños a la privacidad y los eventuales ataques de los malhechores ciberespaciales contra nuestro correo electrónico quedan ya compensados con las ventajas de este ingenio, que algunos no dudan en calificar con cariño de “diabólico”. Lo cual pone de manifiesto que está en nuestras manos el usarlo como medio glorioso de progreso y promoción de la bondad humana o para potenciar la maldad ya existente. Ahora bien, esta opción es una operación esencialmente ética y de ahí la necesidad de crear conciencia de responsabilidad en la promoción comercial y uso del correo electrónico.
Como botón de muestra de esta necesidad la Universidad Autónoma de Madrid tuvo la loable iniciativa de publicar una declaración de principios éticos sobre el uso del correo electrónico en aquella ilustre institución universitaria. Declaración vigente en 2005. Por su brevedad y carácter pionero me parece oportuno reproducir este documento testimonial:
“Nuestra Universidad reconoce los principios de libertad de expresión y privacidad de información como partes implicadas en el servicio de correo electrónico. Nuestra Universidad ofrece unos niveles de privacidad similares a los que se ofrecen en el correo postal tradicional y en las conversaciones telefónicas. Los mensajes pasan a través de muchos sistemas que no pertenecen a Tecnologías de la Información (TI) antes de llegar a su destino. Estos mensajes pueden ser interceptados y leídos por terceras partes. Por todo esto, TI recomienda que los mensajes críticos vayan siempre encriptados. Ya que los mensajes casi siempre pasan por varias máquinas, su entrega no siempre está garantizada de un modo absoluto. Generalmente, si hay un fallo a la hora de entregar un mail, la persona que lo ha enviado recibe un mail de aviso con el motivo del fallo. Aunque la entrega de los mensajes suele ser muy rápida, la naturaleza de las redes puede incrementar el tiempo de entrega. El uso del correo electrónico ofrecido por TI es totalmente confidencial. Algunos problemas en la entrega de los mensajes pueden ser derivados al administrador del correo que tratará estos mensajes del modo más privado y confidencial posible. El contenido de los mensajes u otros ficheros, es considerado como totalmente confidencial, y los administradores de los sistemas nunca accederán a ellos a no ser que el propio usuario así lo demande, exista un problema en el sistema debido a uno de esos ficheros, o haya clara evidencia de una infracción de la política de uso de TI de los recursos informáticos. La capacidad de TI de recuperar mensajes u otros ficheros que el usuario ha borrado, depende de varios factores por lo que no siempre es posible. El uso del correo para mensajes confidenciales se hará bajo responsabilidad del usuario, que no debe considerar el correo electrónico como un bien privado sino como un servicio que le presta la Universidad. Nuestra Universidad promueve y anima al uso del correo electrónico y respeta la privacidad de los usuarios. Nunca se realizarán, de forma rutinaria, monitorizaciones o inspecciones de los buzones sin el consentimiento del propietario del buzón asignado por los responsables de nuestra organización. Sin embargo podrá denegarse el acceso a los servicios de correo electrónico locales e inspeccionar, monitorizar y cancelar un buzón privado cuando: Haya requerimientos legales. Haya sospechas fundadas de violación de la política interna de la institución. Evitando caer en rumores, chismorreos u otras evidencias no fundadas y previo consentimiento del máximo responsable del servicio. Por circunstancias de emergencia, donde no actuar pudiera repercutir gravemente en el servicio general a la comunidad”.
Cuatro cosas cabe resaltar. Primera, la posibilidad de violar la intimidad personal de los mensajes. Segunda, la necesidad de compatibilizar razonablemente el derecho a la libertad de expresión mediante el correo electrónico. Tercera, el deseo de la Institución de garantizar esos derechos mediante el recurso a la responsabilidad moral de los usuarios sin excluir la mención explícita de conductas éticamente inaceptables y susceptibles de penalización. Y cuarta, la “navegación” ciberespacial” y el uso del correo electrónico deben regularse análogamente por los mismos principios éticos y deontológicos que los demás medios de comunicación clásicos en igualdad de circunstancias. Es la aplicación práctica del principio de analogía del que hemos hablado antes.



11. DOCUMENTO SOBRE ÉTICA PARA INTERNET

El jueves 28 de febrero del 2002 el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales publicó un documento sobre Ética en Internet. Por su carácter pionero en la materia y su estructura antropológica, me parece oportuno hacer un comentario aparte de este documento. No se requiere, dice, gran esfuerzo de imaginación para concebir la tierra como un globo interconectado en el que bullen las transmisiones electrónicas. Un planeta que se intercomunica cobijado en el silencio del espacio. A todos es obvio que las tecnologías avanzadas aplicadas a los medios de comunicación están convirtiendo el mundo en un pañuelo barriendo todas las fronteras. “La cuestión ética consiste en saber si esto está contribuyendo al auténtico desarrollo humano y ayudando a las personas y a los pueblos a ser fieles a su destino trascendente”.
La respuesta a esta cuestión de fondo es bajo muchos aspectos positiva. Los nuevos medios de comunicación, en efecto, son poderosos instrumentos para la educación y el enriquecimiento cultural, para la actividad comercial y la participación política, para el diálogo y la comprensión intercultural. Y, cómo no, también sirven a la noble causa de la religión. Pero, todo hay que decirlo, los medios de comunicación pueden usarse lo mismo para el bien de las personas y las comunidades que para explotarlas, manipularlas, dominarlas y corromperlas. En este contexto Internet es el último y, en muchos aspectos, el más poderoso de esos medios modernos de medios de comunicación (telégrafo, teléfono, radio y televisión) que tiene enormes consecuencias para las personas particulares, las naciones y para el mundo entero.

12. LA PERSONA HUMANA Y EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD A ESCALA PLANETARIA

Por tratarse de un medio más de comunicación la persona y la comunidad de personas son el referente principal que se ha de tener en cuenta en la evaluación ética de nuestra conducta en Internet. Por lo mismo, el mensaje comunicado, el proceso de comunicación y las cuestiones estructurales y sistemáticas de la comunicación, exigen que «el principio ético fundamental en Internet sea la persona humana y la comunidad humana. Ellos son, en efecto, el fin y la medida del uso de todos los medios de comunicación social, la cual debe realizarse de persona a persona, con vistas al desarrollo integral de las mismas. O lo que es igual, los sujetos emisores y los receptores en Internet son personas humanas y por lo mismo han de ser tratadas como tales. Lo cual equivale a afirmar la inexcusable dimensión ética de del uso de la Red.
El bien común (entendido como el conjunto de aquellas condiciones sociales que permiten a los grupos humanos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección) constituye el segundo principio básico para la valoración ética de las comunicaciones sociales en las que Internet juega cada día que pasa un papel más decisivo. El bien común se refiere a los valores éticos troncales como la vida, la verdad, la libertad, la paz y todo el espectro de derechos humanos fundamentales que se derivan del primero y más común de todos los bienes cual es la vida. La virtud que dispone a la gente a proteger y promover el bien común es la solidaridad. La cual no ha de entenderse como un sentimiento superficial por los males de la gente, sino como una determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien de todos y cada uno. Todos, en efecto, somos responsables en alguna medida de la felicidad o infelicidad de los demás. Actualmente la solidaridad tiene una clara y fuerte dimensión internacional. Los bienes éticos troncales antes señalados son, en efecto, bienes comunes a la entera humanidad.
Por otra parte, el bien común internacional, la virtud de la solidaridad, la revolución en los medios de comunicación social, la tecnología de la información e Internet son factores decisivos para el proceso de globalización en marcha. En muchos aspectos las nuevas tecnologías conducen y sostienen la globalización, creando una situación en la que el comercio y las comunicaciones ya no están limitados por las fronteras. La globalización puede acrecentar la riqueza y fomentar el desarrollo. Ofrece ventajas como la «eficiencia y el incremento de la producción, la unidad de los pueblos y un mejor servicio a la familia humana. Al menos así debería ser. Pero hasta ahora estos beneficios no se han distribuido equitativamente. Algunas personas, empresas comerciales y países han incrementado enormemente su riqueza, mientras que otros se han quedado rezagados. Naciones enteras ya han sido excluidas de este proceso y se les ha negado un lugar en el nuevo mundo que se está formando. «La globalización, que ha transformado profundamente los sistemas económicos, creando posibilidades de crecimiento inesperadas, ha hecho también que muchos se hayan quedado al borde del camino: el desempleo en los países más desarrollados y la miseria en gran parte de los países del hemisferio sur siguen manteniendo a millones de mujeres y hombres al margen del progreso y del bienestar”.
Después de una valoración crítica severa del modo como se está llevando adelante el proceso inevitable de globalización mundial de la economía, vuelve al principio de solidaridad y del bien común como los dos paradigmas éticos que deberían orientar la promoción y el uso de Internet. Esta tecnología puede ser un medio para resolver problemas humanos, promover el desarrollo integral de las personas y crear un mundo regido por la justicia, la paz y el amor. Internet puede ayudar a que se esos nobles ideales se hagan realidad. Pero no a cualquier precio. Es preciso que Internet se use a la luz de claros y sólidos principios éticos, especialmente la virtud de la solidaridad ayudándonos unos a otros a subir la cuesta de la vida rechazando las tentaciones del egoísmo humano. Hechas estas consideraciones generales el documento desciende al ruedo de los problemas concretos. “La difusión de Internet también plantea otras muchas cuestiones éticas concernientes a asuntos como la privacidad, la seguridad y confidencialidad de los datos, el derecho y la ley de propiedad intelectual, la pornografía, los sitios cargados de odio, la propagación de rumores y difamaciones disfrazados de noticias, y muchos más”. A pesar de todo, no considera a Internet fundamentalmente como una fuente de problemas sino de beneficios para la raza humana. Pero estos beneficios sólo se lograrán plenamente si se resuelven los problemas éticos que le son propios. Para hacer comprensible su postura describe las características de Internet y se centra en algunas cuestiones específicas de este poderoso medio por considerarlas realmente preocupantes. Lo cual nos lleva al terreno propio de la ética aplicada a Internet como medio de comunicación de última hora.

13. LAS CARACTERÍSTICAS DE INTERNET

Internet tiene un conjunto de características impresionantes. “Es instantáneo, inmediato, mundial, descentralizado, interactivo, capaz de extender ilimitadamente sus contenidos y su alcance, flexible y adaptable en grado notable. Es igualitario, en el sentido de que cualquiera, con el equipo necesario y modestos conocimientos técnicos, puede ser una presencia activa en el ciberespacio, anunciar su mensaje al mundo y pedir ser oído. Permite a las personas permanecer en el anonimato, desempeñar un papel, fantasear y también entrar en contacto con otros y compartir. Según los gustos del usuario, se presta igualmente a una participación activa o a una absorción pasiva en «un mundo narcisista y aislado, con efectos casi narcóticos”. Lo mismo puede emplearse para romper el aislamiento de personas y grupos que para profundizarlo. Es obvio que cualquier adolescente “enganchado” a la Red estará de acuerdo con esta descripción esquemática de problemas éticos en el ámbito de la Red.
La configuración tecnológica de Internet, insiste, tiene mucho que ver con sus aspectos éticos. “De hecho, este «nuevo» sistema se remonta a la década de 1960, los años de la guerra fría cuando fue concebido para frustrar un ataque nuclear, creando una red descentralizada de ordenadores que almacenaban datos vitales. La descentralización fue la clave del esquema, puesto que de este modo —ese fue el razonamiento—, la pérdida de uno o incluso muchos ordenadores no causaría la pérdida de los datos”. Esta observación es realmente importante.
Una visión idealista del libre intercambio de información e ideas ha ejercido un loable influjo en el desarrollo de Internet. Con todo, su configuración descentralizada y el proyecto igualmente descentralizado del World Wide Web de finales de la década de 1980 demostraron que coincidía muy bien con la mentalidad opuesta a cualquier tentativa de reglamentación por la responsabilidad pública. Así, surgió un individualismo exagerado con respecto a Internet. Aquí, como se ha dicho, había un nuevo reino, la maravillosa tierra del ciberespacio, donde cualquier tipo de expresión estaba permitida y la única ley era la completa libertad de hacer cada uno lo que le pareciera. Por supuesto, esto significaba que la única comunidad cuyos derechos e intereses se debían reconocer verdaderamente en el ciberespacio era la comunidad de los partidarios de una libertad sin límites. Este modo de pensar sigue influyendo en algunos círculos, fundado en conocidos argumentos de libertad a ultranza que se usan también para defender la pornografía y la violencia en los medios de comunicación en general”.
En este párrafo el documento se hace eco del concepto de libertad de expresión como posibilidad de hacer y decir cuanto nos plazca al margen de la razón. Internet habría sido el gran descubrimiento para convertir en realidad el sueño americano del ejercicio de la libertad de expresión como valor supremo, incluso por encima de la vida. Ya hemos visto cómo este irenismo inicial tenía pocos visos de afianzarse por su falta de apoyo en la razón y en la realidad. Prueba de ello son las leyes que se han producido para salir al paso de los delitos informáticos y de los cibernautas irresponsables y abiertamente malhechores.
Pese a todo “aunque los individualistas radicales y los empresarios constituyen dos grupos muy diferentes, hay una convergencia de intereses entre quienes buscan que Internet se convierta en un lugar apto para cualquier tipo de expresión, sin importar si es vil y destructiva, y quienes quieren que sea un vehículo de actividad sin trabas según un modelo neoliberal que «considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos, en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y los pueblos».
A pesar de esta tendencia, resulta obvio que Internet puede servir a la gente en su ejercicio responsable de la libertad y la democracia, ampliar la gama de opciones realizables en diversas esferas de la vida, ensanchar los horizontes educativos y culturales, superar las divisiones y promover el desarrollo humano de múltiples modos”. Más aún. «El libre aluvión de imágenes y palabras a escala mundial no sólo está transformando las relaciones entre los pueblos a nivel político y económico, sino también la misma comprensión del mundo. Este fenómeno ofrece múltiples potencialidades, en otro tiempo impensables». Cuando se basa en valores compartidos arraigados en la naturaleza de la persona, el diálogo intercultural facilitado por Internet y demás medios de comunicación social puede ser «un instrumento privilegiado para construir la civilización del amor». Estos aspectos positivos son innegables y éticamente irrenunciables.
Pero hay que tener en cuenta también el reverso de la medalla. «Paradójicamente, las fuerzas que podrían y deberían conducir a una mejor comunicación pueden llevar también a un mayor egocentrismo y a una mayor alienación». Internet puede unir a la gente. Es cierto. Pero también puede separar más con sospechas mutuas a las personas y a los grupos divididos por ideologías, políticas, posesiones, raza, etnia, diferencias intergeneracionales y religiosas”. Por algo se habla ya en tono agresivo del «ciberterrorismo». “Sería tristemente irónico que este instrumento de comunicación, con un potencial tan grande para unir a las personas, volviera a sus orígenes de la guerra fría y se convirtiera en un escenario de conflictos internacionales”. De hecho la Red se ha convertido ya en la pista sistemáticamente frecuentada por los delincuentes más temibles, desde el adolescente que se divierte pirateando hasta las mafias y bandas terroristas internacionales.

14. ALGUNAS CUESTIONES PREOCUPANTES.

a) LA «BRECHA DIGITAL».

Es una forma de discriminación que ahonda la separa separación clásica entre ricos y pobres sobre la base del acceso o no a la nueva tecnología de la información. Nos hallamos ante una versión actualizada de la antigua brecha entre «ricos en información» y «pobres en información». Hay que encontrar modos de lograr que Internet sea accesible a los grupos menos favorecidos. El ciberespacio debe ser un recurso de información completa y servicios accesibles a todos, y en una amplia gama de lenguas y las instituciones públicas tienen la obligación de dar solución a este problema. Nos encontramos ante la puesta en marcha de la nueva economía global y tenemos que asegurar que «este proceso sea de la humanidad entera, y no sólo de una élite rica que controla la ciencia, la tecnología, la comunicación y los recursos del planeta». O lo que es igual, la globalización tiene que llevarse a cabo como un servicio para todos sin discriminación de nadie. Internet no es más que una herramienta más que ha de estar al servicio de todos. Más aún. Las causas y consecuencias de la “brecha digital”, además de económicas, son también técnicas, sociales y culturales. En este sentido el documento alude al daño que puede causarse a través de Internet a las mujeres. Alusión implícita a la descomunal promoción existente de la prostitución femenina en la Red.


b) EL IMPERIALISMO CULTURAL.

Las nuevas tecnologías de la información e Internet, como poderosos instrumentos que son del proceso de globalización, transmiten y ayudan a inculcar un conjunto de valores culturales (modos de pensar sobre las relaciones sociales, la familia, la religión y la condición humana), cuya novedad y fascinación pueden cuestionar y destruir las culturas tradicionales. El diálogo y el enriquecimiento intercultural absolutamente deseables. En efecto, «el diálogo entre las culturas resulta hoy particularmente necesario si se considera el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación en la vida de las personas y de los pueblos». “Pero esto ha de ser un camino de doble sentido. Las culturas tienen mucho que aprender unas de otras y la imposición a escala mundial de puntos de vista y valores de una cultura a otra no significa diálogo, sino imperialismo cultural”.
La dominación cultural es un problema particularmente serio cuando la cultura dominante transmite valores falsos. Tal como están las cosas, Internet, junto con los otros medios de comunicación social, está transmitiendo mensajes cargados de valores de la cultura secular occidental a pueblos y sociedades en muchos casos mal preparados para valorarlos y confrontarlos. Esto causa serios problemas, por ejemplo, en el ámbito del matrimonio y la vida familiar, que están experimentando una crisis generalizada y radical en muchas partes del mundo. La sensibilidad cultural y el respeto a los valores y creencias de los demás son indispensables para que haya diálogo intercultural protegiendo la diversidad de culturas como expresiones históricas diversas y valiosas de la unidad originaria de la familia humana de forma comprensiva, racional y recíproca. Diálogo intercultural que es necesario para construir y mantener el sentido de solidaridad internacional.

c) LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN INTERNET

La libertad de expresión es uno de los temas fuertes en la ética de la información y reaparece con mayor fuerza si cabe en Internet. El documento que estamos comentando es claro y contundente: “Apoyamos enérgicamente la libertad de expresión y el libre intercambio de ideas. La libertad de buscar y conocer la verdad es un derecho humano fundamental y la libertad de expresión es una piedra angular de la democracia. El hombre, salvados el orden moral y el bien común, puede buscar libremente la verdad, declarar y divulgar su opinión y, finalmente, informarse verazmente sobre los conocimientos públicos”. La opinión pública es una expresión esencial de la naturaleza humana organizada en sociedad y por ello exige absolutamente la libertad de expresar ideas y actitudes. Obviamente, se trata de una libertad de expresión responsable, es decir, pasada por el filtro de los nobles sentimientos y de la razón.
En consecuencia, el documento lanza un envite crítico con estas palabras: “…deploramos las tentativas de las autoridades públicas de bloquear el acceso a la información —en Internet o en otros medios de comunicación social—, considerándola amenazadora o molesta, manipular al público con la propaganda y la desinformación, o impedir la legítima libertad de expresión y opinión. A este respecto, los regímenes autoritarios son con mucho los peores transgresores; pero el problema también existe en las democracias liberales, donde, a menudo, el acceso a los medios de comunicación para la expresión política depende de la riqueza, y los políticos y sus consejeros no respetan la verdad y la lealtad, calumniando a los opositores y reduciendo las cuestiones a dimensiones insignificantes.

d) EL PERIODISMO HONRADO EN INTERNET

El periodismo actual está sufriendo profundos cambios. La combinación de nuevas tecnologías y la globalización, en efecto, ha aumentado la capacidad de los medios de comunicación social, pero también ha acrecentado su exposición a las presiones ideológicas y comerciales y esto vale también para el periodismo en Internet. La Red es sin duda un instrumento muy eficaz para trasmitir rápidamente noticias e información a escala planetaria. “Pero la competitividad económica y la índole del periodismo de Internet de funcionar las veinticuatro horas del día también han contribuido al sensacionalismo y a la circulación de rumores, a una mezcla de noticias, publicidad y espectáculo, y a una aparente disminución de los reportajes y comentarios serios. El periodismo honrado es esencial para el bien común de las naciones y de la comunidad internacional. Los problemas que se pueden apreciar actualmente en la práctica del periodismo en Internet demandan una rápida solución de parte de los mismos periodistas.

e) MUCHA INFORMACIÓN Y BAJA CALIDAD DE SUS CONTENIDOS

La enorme cantidad de información que conlleva Internet, en gran parte poco evaluada en cuanto a precisión e importancia, es un problema para muchos. A pesar de ello el documento prefiere manifiesta más su preocupación por el hecho de que la gente “pueda usar la capacidad de la tecnología de almacenar información simplemente para levantar barreras electrónicas contra las ideas desconocidas. Esto no sería un desarrollo positivo en un mundo pluralista donde la gente necesita crecer en la comprensión mutua. Aunque los usuarios de Internet tienen el deber de hacer selección y tener autodisciplina, eso no se ha de llevar hasta el extremo de levantar un muro que los aísle de los demás. Las consecuencias del medio para el desarrollo psicológico y la salud requieren igualmente un estudio continuo, incluyendo la posibilidad de que la inmersión prolongada en el mundo virtual del ciberespacio pueda perjudicar a algunos. La tecnología proporciona muchas ventajas a la gente al permitirle reunir informaciones y servicios elaborados exclusivamente para ella. Pero existe el riesgo de que el público del futuro se convierta en una vasta y fragmentada red de personas aisladas que interactúan con datos y no directamente unos con otros como personas. Lo cual nos llevaría a echar por tierra la solidaridad tan necesaria y las relaciones motivadas por el amor. Una sociedad constituida así por gentes aisladas y egocéntricas no parece ser lo más deseable. La mucha información sin comunicaciones personales y baja en calidad humana gestionada vía Internet no ofrece las garantías mínimas de aceptabilidad ética en nombre del sentido común y del uso correcto de la razón.

f) EXALTACIÓN DE LA LIBERTAD

Además de estas cuestiones relacionadas con la libertad de expresión, la integridad y precisión de las noticias, el intercambio de ideas e información vía Internet, el documento llama la atención sobre la mentalidad liberal en exceso. “La ideología de libertad radical es errónea y nociva, al menos para legitimar la libre expresión al servicio de la verdad. El error reside en la exaltación de la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto, que sería la fuente de los valores. De este modo, ha desaparecido la necesaria exigencia de verdad en aras de un criterio de sinceridad, de autenticidad, de ‘acuerdo con uno mismo”.
En la cultura actual, en efecto, el ejercicio de la libertad para todo se ha convertido en el referente primero y fundamental de todos los derechos humanos. Desde siempre las personas más sensatas y razonables creyeron que el valor primero y fundamental es la vida encarnada en cada persona concreta. La vida sería la piedra angular de todos los derechos humanos fundamentales. Actualmente, por el contrario, y contra toda razón, se tiende a considerar más importante el respeto al ejercicio de la libertad que a la vida misma, sin la cual la libertad no tiene ningún sentido. Sólo dos ejemplos prácticos.
Un científico se propone producir natural o artificialmente embriones humanos con el fin de disponer de sus células para fines científicos. Según esta mentalidad de la libertad radical el hecho de que esas prácticas lleven consigo la destrucción y muerte de esos embriones no debería prevalecer sobre el derecho a la libre investigación. Entre la vida de los embriones y el ejercicio de la libertad científica ésta debería prevalecer sobre aquella como criterio de acción. Otro ejemplo. Se produce un programa para televisión en el que se hace apología de cualquier perversión humana y hasta de la violencia y el terror. Frente a las críticas de la audiencia se responde que el programa se realiza en nombre de la libertad de expresión como derecho fundamental. En ambos casos la respuesta está inspirada en la exaltación de la libertad radical o irracional desplazando a un lugar secundario el valor de la vida humana como el único valor ético absoluto existente. Si esta mentalidad se aplica en el uso de la Red las consecuencias que pueden seguirse (por la propia naturaleza de este medio) serán mucho más temibles que en cualquiera otro medio de comunicación tradicional.

15. RECOMENDACIONES FINALES

La solidaridad, termina el documento, (actitud de benevolencia universal hacia el bien de nuestros semejantes sin excluir a nadie) es la medida del servicio que Internet presta al bien común. El bien común proporciona el contexto para considerar la cuestión ética, a saber: Internet, como el resto de los mas media, ¿se usa para el bien o para el mal?. La mejor respuesta práctica a esta cuestión depende de la formación ética que hayan recibido los usuarios. Se trata de algo nuevo que hay que aprender a usar de forma madura y responsable al servicio propio y de los demás. De ahí la responsabilidad que tienen las instituciones educativas desde los padre en casa hasta las escuelas y la empresas. En esto no hay nada nuevo. Lo mismo que tradicionalmente se inculcaban los principios éticos y deontológicos de la profesión informativa habrá que seguir inculcándolos a los empresarios y profesionales de Internet teniendo en cuenta las novedades introducidas por esta nueva y revolucionaria tecnología de la información.
Eso sí, sin censura previa de los gobiernos. “La censura sólo se debería usar en los casos realmente extremos Pero Internet, al igual que el resto de los medios de comunicación, no está exento de leyes razonables que se opongan a las palabras de odio, a la difamación, al fraude, a la pornografía infantil a la pornografía en general y a otras desviaciones. La conducta delictiva en otros contextos es también conducta delictiva en el ciberespacio y las autoridades civiles tienen el deber y el derecho de hacer cumplir las leyes. Hacen falta también nuevas leyes para afrontar delitos especiales en Internet, como la difusión de virus de ordenadores, el robo de datos personales almacenados en discos duros, y otros similares”.
¿La reglamentación de Internet?. Por supuesto que sí. Más aún: es deseable y en principio la autorregulación es lo mejor. Pero ¿de qué manera?. “La solución de los problemas nacidos de esta comercialización y de esta privatización no reglamentadas no siempre reside en un control del Estado sobre los medios de comunicación, sino en una reglamentación más avanzada, conforme a las normas del servicio público, así como en una responsabilidad pública mayor”.
Se aboga por la implementación de códigos éticos, pero a condición de que no queden en letra muerta como mera declaración de buenas intenciones. Esos códigos, si se adoptan, deben tener propósitos serios e implicar a los representantes del público en su formulación y aplicación. Deben, además, ofrecer estímulos positivos a los comunicadores responsables e incluir penas adecuadas por las violaciones, incluida la censura pública”. Lo lógico y deseable es que esos códigos sean creados por el propio sector empresarial y profesional de Internet. Pero tampoco se excluye la posibilidad de que en algunas partes y en determinadas circunstancias pueda intervenir legítimamente la autoridad estatal facilitando y creando para los medios de comunicación equipos de asesores que representen a todos los sectores de opinión de la comunidad.
Entrado ya el primer cuarto del siglo XXI a nadie razonablemente se le ocurrirá pedir -como no sean ingenuos o delincuentes-, que no haya control legal de Internet en nombre de la libertad de expresión. O que no existan sanciones contra quienes no respeten los principios éticos específicos de la profesión y empresa informativa. Vivimos en un mundo en el que cualquier cosa es tolerable menos la ingenuidad en el uso humano y responsable de un medio de comunicación como Internet en el que nos lo jugamos todo. Incluso la vida.
Sobre el carácter transnacional de Internet. Su peculiaridad de tender puentes sobre las fronteras y su papel decisivo en la globalización exigen la cooperación internacional con vistas a la formación de criterios y al establecimiento de mecanismos para promover y proteger el bien común internacional. Hace falta una acción decidida, tanto en el sector privado como en el público, para subsanar y, si es posible, eliminar la brecha digital. Muchas cuestiones difíciles con respecto a Internet requieren el consenso internacional. “Por ejemplo, cómo garantizar la privacidad de las personas y los grupos que observan la ley, sin impedir que se aplique la ley y permitiendo que el personal de seguridad vigile sobre delincuentes y terroristas; cómo proteger el derecho de propiedad intelectual sin limitar el acceso de la gente a material de dominio público, y cómo definir el concepto mismo de «dominio público»—; cómo establecer y mantener amplios depósitos de información en Internet plenamente accesibles a todos sus usuarios en las diversas lenguas; cómo proteger los derechos de la mujer con respecto al acceso a Internet y otros aspectos de las nuevas tecnologías de la información. En particular, la cuestión de cómo superar la brecha digital entre ricos y pobres en información requiere una atención seria y urgente, en sus aspectos técnicos, educativos y culturales”.
El documento diseña las bases para un código deontológico de Internet con sólido fundamento antropológico concluyendo con una apuesta abierta de la Iglesia por una ética para Internet en colaboración con todas las personas e instituciones sociales concernidas. “La Iglesia católica, juntamente con otras organizaciones religiosas, debería tener una presencia visible y activa en Internet, y ser interlocutora en el diálogo público sobre su desarrollo. Por otra parte, «la Iglesia no pretende dictar estas decisiones y estas elecciones, sino que trata de proporcionar una verdadera ayuda, indicando los criterios éticos y morales aplicables a este campo”. Siempre en clave optimista, el documento termina insistiendo en que “Internet puede dar una contribución muy valiosa a la vida humana. Puede fomentar la prosperidad y la paz, el crecimiento intelectual y estético así como la comprensión mutua entre los pueblos y las naciones a escala mundial. También puede ayudar a hombres y mujeres en su continua búsqueda de autocomprensión y de respuesta a los grandes interrogantes de la vida. Por ejemplo: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Por qué existe el mal? ¿Qué hay después de esta vida?”. La Iglesia no puede imponer sus respuestas a estos interrogantes pero sí puede y debe proclamarlas a través de los medios de comunicación, entre ellos Internet, como semilla de humanidad.

CONCLUSIÓN

La Internet con todo su abanico de servicios es una maravilla del ingenio humano tanto por su tecnología como por su capacidad para convertir al mundo en un lugar común derribando pacíficamente barreras geográficas, raciales, políticas, religiosas y culturales. Esta herramienta, bien utilizada con sentido de responsabilidad, puede ser un instrumento de humanidad realmente admirable mediante la comunicación universal. Pero en la misma proporción, como es lógico, puede ser una herramienta de aislamiento e inhumanidad. De hecho, no hay crimen o forma de conducta humana perversa que no tenga ya cabida en la Red. Igualmente existe una preocupación creciente por los efectos nefastos que el “enganche” a la Red puede causar en quienes la convierten en una especie de “mamadera” universal. De ahí la necesidad de educar a las nuevas generaciones desde los grande principios de la ética aplicada a la comunicación. Este sentido de responsabilidad, afortunadamente, existe. Lo mismo por parte de los usuarios más habituales de la Red como de las instituciones públicas implicadas. Prueba de ello son la proliferación de normas legales para regular el uso de Internet y eventualmente salir al paso de las conductas indeseables que se producen en el ámbito ciberespacial, así como la bibliografía ya disponible para el estudio de los problemas éticos emergentes. La cuestión ahora está en la antropología de fondo en que se inspiran las normas legales y las recomendaciones deontológicas. Nadie duda hoy día de la necesidad de acudir a la ética para garantizar los beneficios de este genial medio de comunicación para la entera humanidad. Pero igualmente hay que decir que, salvo honrosas excepciones, la antropología en que está inspirada la mayor parte de la bibliografía existente sobre internética o ética para Internet, es de dudosa solidez racional. En la mayoría de los casos se trata de una ética de corte posmoderno en la que la libertad de expresión y el utilitarismo más egoísta priman sobre el uso de la razón y de la libertad responsable. Nos hallamos ante una ética legalista en la que el principio del bien y del mal no es un referente básico percibido a través de la razón sino el resultado de consensos voluntariosos al margen de lo objetivamente bueno y razonable. Existe una comprensible preocupación ética por los problemas éticos en el uso de Internet pero falla la fundamentación antropológica de los principios éticos y deontológico actualmente operativos.
Niceto Blázquez, O.P.